El fascinante Roky Erickson: el pionero psicodélico que viajó al abismo
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Roky Erickson es una de las figuras más singulares, misteriosas y entrañables del rock psicodélico. Fundador de The 13th Floor Elevators, es considerado un verdadero pionero del sonido lisérgico, mucho antes de que los Beatles o Pink Floyd exploraran ese territorio. Su voz salvaje, sus letras visionarias y su presencia magnética lo convirtieron en un mito viviente. Pero su historia no solo es musical: también es un viaje por los rincones más oscuros de la mente humana, un testimonio de la fragilidad y la resistencia del alma artística.

1. La irrupción de una nueva conciencia
En 1965, con apenas 18 años, Roky Erickson fundó The 13th Floor Elevators en Austin, Texas. Su álbum debut, The Psychedelic Sounds of the 13th Floor Elevators (1966), es considerado uno de los primeros discos psicodélicos del rock. Con canciones como “You’re Gonna Miss Me”, en donde Erickson grita con una intensidad desbordante, el grupo marcó un punto de inflexión: eran jóvenes, salvajes, y parecían cantar desde otra dimensión.
La banda no solo abrazó el LSD, sino que lo convirtió en parte de su estética y filosofía. Su letrista, Tommy Hall, incluso tocaba una jarra amplificada (jug) para crear sonidos hipnóticos, mientras defendía el uso del ácido como herramienta de expansión mental.
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2. El quiebre: persecución y enfermedad
Pero la psicodelia tenía un precio. En 1969, Roky fue arrestado por posesión de una pequeña cantidad de marihuana. Para evitar una larga condena en prisión, fue declarado mentalmente incompetente y enviado al Hospital Estatal de Rusk, una institución psiquiátrica de Texas, donde permaneció varios años.
Allí fue sometido a tratamientos inhumanos: electroshock, aislamiento y potentes medicamentos antipsicóticos. A partir de entonces, su salud mental se deterioró severamente. Roky desarrolló esquizofrenia paranoide y comenzó a expresar su mundo interno a través de una imaginería obsesiva con demonios, extraterrestres y películas de horror.

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3. El renacimiento oscuro
Durante los años 80, Roky lanzó varios discos como solista —The Evil One (1981) es el más célebre— en los que fusionó el rock garage con letras inspiradas en películas de terror de serie B. Canciones como “Two Headed Dog”, “I Walked With a Zombie” o “Don’t Shake Me Lucifer” se convirtieron en himnos de culto para los fans del underground. Su voz seguía intacta: poderosa, desgarradora, cargada de emoción cruda.
En estos años, Roky vivía prácticamente aislado, rodeado de radios encendidas para “bloquear las voces”, y escribiendo cartas a abogados intergalácticos. Su figura se volvió trágica pero profundamente humana, la de un artista que seguía creando a pesar del colapso mental.
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4. Rescate y redención
En los años 2000, gracias a los esfuerzos de su hermano Sumner y el apoyo de músicos como Billy Gibbons, Thurston Moore o Will Sheff (de Okkervil River), Roky fue tratado con respeto, cuidado y dignidad. Volvió a los escenarios, grabó el conmovedor True Love Cast Out All Evil (2010), y fue celebrado como lo que siempre fue: un visionario incomprendido, un sobreviviente del tiempo.
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5. Legado
Roky Erickson murió en 2019, pero su influencia sigue viva. Artistas de distintos géneros —desde punk hasta folk psicodélico— lo citan como referente. Su historia es comparable a la de Syd Barrett o Daniel Johnston: genios que tocaron el infinito, pero pagaron con la cordura.
Erickson no solo anticipó el sonido psicodélico; también lo vivió en carne propia, con todo el dolor y la belleza que conlleva mirar dentro del abismo.

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Roky Erickson fue un canal, un médium entre lo visible y lo invisible, entre la tierra y lo astral. Su voz todavía resuena como un grito que viene del más allá, recordándonos que el arte verdadero no siempre es cómodo, pero sí necesario.
Porque, como él mismo escribió:
“If you have ghosts, you have everything.”