John Deacon: la discreta, pero indispensable participación en la creación de Queen
- Desde la edición
- hace 11 minutos
- 3 Min. de lectura
En la historia del rock, ciertos nombres se inscriben con letras de fuego en la memoria colectiva: Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor… y, con un aura más tenue pero igualmente esencial, John Deacon. Su rol dentro de Queen suele ser descrito como discreto, incluso invisible para el gran público, pero sin él la maquinaria de la banda no habrÃa alcanzado la perfección armónica ni la diversidad estilÃstica que la caracterizó. Deacon representa esa figura única del músico que, desde la sombra, define silenciosamente el sonido y la identidad de un grupo.

Deacon ingresó a Queen en 1971, cuando la banda aún buscaba consolidar una alineación estable. Su llegada completó la ecuación. Desde el bajo, Deacon aportó no solo una base rÃtmica sólida, sino una concepción arquitectónica del sonido: lÃneas sencillas en apariencia, pero de una precisión quirúrgica. Temas como Another One Bites the Dust y Under Pressure prueban cómo Deacon entendÃa el bajo no como acompañamiento, sino como columna vertebral. Su enfoque minimalista —menos ostentoso que la grandilocuencia de May o la teatralidad de Mercury— daba equilibrio a la fuerza explosiva de Queen.
Más allá de su labor instrumental, Deacon fue un compositor sorprendentemente eficaz. Canciones que definieron la versatilidad de Queen llevan su firma: You’re My Best Friend, un himno Ãntimo y luminoso; I Want to Break Free cuyo riff de sintetizador y letra libertaria se convirtieron en sÃmbolo de ruptura; o la ya mencionada Another One Bites the Dust, que conectó a Queen con la cultura disco-funk y les abrió un mercado nuevo en Estados Unidos. Lo notable es que Deacon, siempre reservado, no buscaba protagonismo: sus aportes llegaban de manera puntual, pero con un peso cultural y comercial decisivo.

En una banda marcada por egos fuertes y personalidades carismáticas, la presencia de Deacon era un contrapeso. Mientras Mercury desbordaba en el escenario, May desplegaba virtuosismo y Taylor ejercÃa energÃa rockera, Deacon encarnaba la calma y la mesura. Su papel como mediador, casi diplomático, fue crucial para mantener un cierto equilibrio interno, sobre todo en momentos de tensión creativa. No se trataba solo de tocar el bajo: Deacon preservaba la armonÃa de un grupo propenso al estallido.
Pocos recuerdan que Deacon también aportó en el terreno técnico. Como ingeniero electrónico de formación, diseñó parte del equipo que Queen usaba en giras, incluyendo amplificadores y sistemas de sonido que optimizaban el rendimiento en vivo. Esa faceta de ingeniero complementaba la dimensión artÃstica, reforzando su carácter multifuncional dentro de la banda.

Paradójicamente, la misma discreción que lo mantuvo alejado de los reflectores es la que cimentó su legado. Deacon comprendÃa que Queen era una suma de talentos distintos, y que su papel era sostener, enriquecer y dar espacio a la energÃa creativa de los demás. Cuando Freddie Mercury murió en 1991, Deacon fue el único miembro que eligió retirarse de manera definitiva, entendiendo que sin Mercury no habÃa Queen posible. Ese silencio final fue coherente con toda su trayectoria: dejar que la música hablara en su lugar.
La participación de John Deacon en Queen fue como la de un arquitecto invisible: sin levantar la voz, construyó cimientos, equilibró tensiones y dejó un legado sonoro que definió la identidad de la banda. Su aparente discreción no debe confundirse con marginalidad; al contrario, fue precisamente esa reserva la que hizo indispensable su presencia. En la historia del rock, John Deacon encarna el valor de quienes, lejos de la espectacularidad, son capaces de transformar el destino de una banda con notas precisas, intuición melódica y un compromiso silencioso con la música.