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“Time and a Word”: El umbral sinfónico de Yes

Time and a Word, el segundo álbum de Yes, lanzado en julio de 1970, es una obra de transición, una bisagra en la evolución sonora de una de las bandas más influyentes del rock progresivo. Situado entre el entusiasmo juvenil de su debut homónimo y la ambición desbordante de The Yes Album (1971), este disco capta un momento clave: la lucha entre el pop psicodélico y la incipiente complejidad sinfónica que definiría a Yes en la década por venir. A menudo subestimado dentro del canon progresivo, Time and a Word contiene, sin embargo, los primeros signos claros del estilo majestuoso, desafiante y refinado que la banda estaba por consolidar.


Desde el inicio, Time and a Word revela una intención diferente: mientras que el primer álbum se apoyaba en la energía y la química de una banda de jóvenes virtuosos, esta segunda entrega apuesta por la expansión sonora. La inclusión de una orquesta de cuerdas y metales —una decisión audaz y polémica— marca el deseo de trascender las limitaciones del formato rock convencional. Lejos de usar la orquesta como simple adorno, Yes la integra como un elemento narrativo más, en diálogo con las guitarras, los teclados y las armonías vocales. En este sentido, el álbum prefigura la vocación sinfónica que más adelante cristalizaría en obras como Close to the Edge o Going for the One.


La tensión entre la estructura tradicional de las canciones y la ambición instrumental está presente en todo el álbum. Canciones como “Then” y “Astral Traveller” son ejemplos de cómo la banda, liderada por Jon Anderson, ya comenzaba a empujar los márgenes del pop. “Then” ofrece una cadencia casi barroca, donde los arreglos orquestales realzan la dimensión lírica y dramática del tema, mientras que “Astral Traveller”, una de las composiciones más psicodélicas del grupo, muestra la influencia del rock espacial, con un bajo contundente de Chris Squire y una batería imaginativa de Bill Bruford, anticipando estructuras más complejas.

Sin embargo, Time and a Word también es un álbum marcado por conflictos internos. La inclusión de la orquesta fue una decisión tomada sin el pleno acuerdo de todos los miembros, en particular del guitarrista Peter Banks, quien sintió que su rol había sido desplazado por las cuerdas. Esta fricción culminaría en su salida poco después del lanzamiento del álbum, siendo reemplazado por Steve Howe, cuyo ingreso transformaría radicalmente el sonido de Yes. Así, el disco no sólo refleja una evolución estética, sino también una mutación interna que sería decisiva para el futuro del grupo.


El álbum también contiene dos versiones: “Everydays” de Stephen Stills y “No Opportunity Necessary, No Experience Needed” de Richie Havens. Ambas revelan la voluntad de la banda de reinterpretar el legado del folk y el soul desde una perspectiva más expansiva y conceptual. Especialmente notable es la segunda, cuya introducción incluye un fragmento orquestado de la banda sonora del western The Big Country, en un gesto que fusiona el imaginario estadounidense con la sensibilidad británica del rock progresivo.


A nivel lírico, Time and a Word ya presenta los temas recurrentes de Jon Anderson: la búsqueda espiritual, la conexión cósmica, el amor como fuerza trascendente. Aunque aún no alcanza la densidad filosófica de obras posteriores, la poesía del álbum transmite una necesidad de mirar más allá, de conectar la experiencia personal con una dimensión universal. “There’s a time and the time is now and it’s right for me”, canta Anderson en la canción que da título al disco, encapsulando una urgencia casi mística que impulsará la narrativa lírica de Yes en los años siguientes.

En retrospectiva, Time and a Word puede parecer modesto en comparación con los logros posteriores del grupo. No tiene la coherencia de Fragile, ni la ambición de Tales from Topographic Oceans, pero posee un valor único: el de un álbum que se atreve a experimentar antes de que la banda tuviera una fórmula establecida. Es un documento de tránsito, sí, pero también una obra que encarna la esencia del rock progresivo: la voluntad de explorar, de hibridar géneros, de desafiar lo establecido.



Así, Time and a Word no es simplemente un paso intermedio en la carrera de Yes. Es el punto exacto donde la intuición se convierte en visión, donde la banda deja atrás su adolescencia musical para abrazar su madurez artística. En su título y en su música, el álbum sugiere que hay un momento para todo, y que a veces basta una palabra —o una nota orquestal inesperada— para señalar el camino hacia lo sublime.

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